domingo, 14 de noviembre de 2010

EL PLACER DE LEER Y ESCRIBIR




Mucha gente todavía, y sigo sin entender la razón, se pregunta el motivo que lleva a una determinada parte de la sociedad a disfrutar de la lectura y a querer inmortalizar sus pensamientos en un trozo de papel (todo y que en la “actualidad 2.0” acostumbra a ser en un archivo .doc).

Evadirse del mundo, de los problemas? Puede ser.

Para mi el escribir es el arte plasmar mis pensamientos, mis ideas, mis fantasías y, si se tercia, compartirlas. Ojalá pudiese disponer del tiempo suficiente para perfeccionar mi técnica sencillamente por el placer de escribir mejor, de ampliar vocabulario, de estructurar con coherencia los textos. No creo que escribir bien sea una de esas cualidades innatas, sino que se trata de una tarea ardua que se debe ir perfeccionando con el tiempo. No he pretendido nunca ser una erudita, pero si ganar experiencia en el tema mediante la lectura y la práctica.

Lejos me quedan, pese a que todavía me considero joven, aquellos tiempos en que a media noche agarraba un trozo de papel y, fuese a la hora que fuese, escribía lo primero que se me ocurría. Lamentablemente esos tiempos pasaron y ahora me toca encontrar el momento para hacerlo, aunque debo confesar que algún día llego a casa con un pos-it pegado al monedero o al teléfono móvil con alguna idea interesante o algún libro que incluir en la lista. La costumbre que no ha cambiado con el paso de los años es la de leer antes de irme a dormir. Parece una tontería pero, lo necesito. Es mi droga particular, una droga que invade las estanterías de mi minúsculo piso, que vacía mis bolsillos (soy incapaz de no comprar) y que me llena de experiencias y me desconecta de lo mundano.

La culpa de todo, porque siempre se debe buscar un culpable a cualquier situación y/o circunstancia, la tienen los genes y el “Circulo de Lectores”. Mis genes maternos son lectores y yo, como parece ser que heredo todo lo malo, los cogí con ganas. Ya en casa de mis abuelos no faltan las estanterías repletas de libros muchos de ellos de los que “volaron del nido” y no se los llevaron consigo (cosa que yo no hice, aunque alguno pudo quedar). No se los llevaron pero consiguieron llenar sus nuevas casas de montones de ellos, enganchando a sus respectivas hijas a ese placer. Hijas que esperaban como un niño a los Reyes Magos al “Señor de la Barba” que cada quince días aparecía por casa, unas veces a dejar una revista (que devorábamos con ansias) y otras veces a traer el pedido, para mí todo un acontecimiento…

A muy temprana edad deje de lado “El barco de vapor”, “Los Hollister” o “El club de los cinco” y pronto, calculo que sería sobre los once o doce años, quise ser patóloga forense por culpa de Robin Cook. Dudo que a esa edad ningún niño supiese tanto de biomedicina ni moléculas como yo, ni tan solo de donde se encuentra el Centro de Control de Enfermedades…No me olvidé nunca de Tintín ni de Astérix, ni me olvido (con “veintilargos” pedí para Navidad “¡El cielo se nos cae encima!” y nadie se extrañó). Como todo el mundo he pasado por etapas: Ken Follet (preferiblemente sus novelas de espías), Sue Crafton (con su magnífico abecedario), Patricia Cornwell (yo y mis forenses…), Daniel Steel (todo el mundo tiene un pasado)…por nombrar algunos autores. Cabe destacar mi larga etapa de lectora empedernida de novela histórica, de la que guardo un grato recuerdo todo y que todavía me dura el empacho.

Libros que me han marcado? Muchos. Podría incluir mínimo dos decenas a la lista. Por citar algunos os diré “Los asesinatos de Manhatan”, “Love Story”, “Vuelo Final” o “Las orquídeas rojas de Shangai” aunque me dejo un montón en el tintero.

Como habréis podido comprobar, por los autores citados, no me dan miedo los Best Sellers. No me leo las críticas, me guío por intuición y no me suele fallar. Sólo (sí, sigo poniendo la tilde pese a las nuevas normas de la RAE, pero todavía no he hecho el nuevo curso de ortografía) he dejado a medias cuatro libros, que no nombraré por respeto a sus autores (todo que uno de ellos descansa en paz), pero me parecieron tan soporíferos que no pude seguir con ellos…para gustos, los colores.

Al futuro, y en referencia al tema que nos ocupa, sólo le pido que el ente que sea me conserve la vista y que siga disponiendo de aunque sea un pequeño momento al día para poder disfrutar de alguno de estos dos placeres que me llenan. Y puestos a pedir…conseguiremos que el 23 de abril sea festivo?

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