martes, 24 de abril de 2012

CITA EN SARAJEVO, de Francesc Bayarri

“Al funeral habían asistido las máximas autoridades civiles y militares valencianas, y el monumento funerario dedicado a Luburic preside aún hoy el cementerio de Carcaixent, a treinta y seis kilómetros en línea recta desde Valencia”

Rescato esta frase de la página 13 del libro de Bayarri porqué ha sido uno de los elementos que más me ha llamado la atención de la obra. Un general filonazi de la Segunda Guerra Mundial que, todavía a día de hoy, reposa en el cementerio de Carcaixent donde un monumento preside su morada eterna. No es esta frase la única referencia que realiza el autor en todo su libro. Así se pueden constatar mínimo dos referencias más a este hecho en la página 85 y en la 120 de su edición en castellano. Este dato parece preocupar a Bayarri, y por eso mismo no alcanzo a entender la poca repercusión que tuvo el libro para los defensores de la memoria histórica.

No es este el único asunto llamativo del libro, aunque sí uno de los que más, y por eso me extenderé más adelante. En general quiero centrar esta reseña en tres aspectos observados a lo largo de la lectura. Dos de ellos referentes al fondo de la temática como serían la ya mencionada memoria histórica  y la falta de conclusión final. El tercer aspecto a destacar va más relacionado con la forma de plantear la investigación y su posterior traslación al libro.



  1. Memoria histórica
Que en la España franquista de los años cincuenta del siglo XX criminales de guerra como Vjekoslav Luburic campasen a sus anchas y gozasen de los favores del régimen es, hasta cierto punto, comprensible dada la afinididad política de dos países (España y la Croacia de Pavelic) inspirados en el nacional-catolicismo. Y se puede llegar a entender que tras su asesinato fuese honrada la memoria del general croata con un monumento. Lo que realmente me sorprende es que ya en democracia su monumento siga presidiendo el cementerio municipal. Y aquí es donde reside mi escepticismo por partida doble:
En primer lugar hacia el propio Bayarri por pasar de puntillas sobre el tema. Insistió una y otra vez en su conferencia del pasado día 27 que la suya era una investigación periodística, que no intentaba llegar a la historia, y que por tanto no había querido indagar más sobre el personaje de Luburic. Hasta aquí de acuerdo.

Pero no podemos mirar hacia otro lado ante la figura de Luburic, director de un campo de concentración, el de Jasenovac, del que el representante de Hitler  Arthur Herfner tras su visita al campo de concentración llegó a decir que era “uno de los campos más horribles, solo comparable al de Dante”. Y por eso critico a Bayarri, por haber pasado de puntillas sobre este tema que no es asunto baladí. Se supone que el papel del periodista no ha de ser el de un mero expositor de datos, sino que con todos ellos ofrece una visión, realiza la construcción. Pues bien, aquí el autor se ha limitado a constatar una realidad: Que hubo un militar sanguinario que se refugió de la justicia internacional en España con la connivencia franquista y que tras su asesinato fue homenajeado con un monumento que honra su memoria. Así de simple, sin entrar en más detalles. Y me resulta llamativo este distanciamiento porque el detalle del monumento aparece no una ni dos, sino un mínimo de tres veces por todo el libro.

En segundo lugar mi escepticismo se centra también en las asociaciones que luchan por la recuperación de la memoria histórica. Desconozco el éxito y la cobertura que tuvo ante el gran público el documental o el libro de Bayarri, pero no deja de sorprenderme que con las sensibilidades que suscita el tema de la memoria histórica no se haya querido entrar en este caso concreto. Se han retirado todas las estatuas ecuestres de Franco que había en toda España, incluidas las de la Academia militar de Zaragoza y la de El Ferrol. Sabiendo todas las salvajadas que llegó a cometer Luburic ¿es posible que nadie haya hecho ningún movimiento para retirar el monumento? Tan solo ERPV en 2006 realizó una petición formal para convertir el monumento en un monolito de recuerdo a los vecinos caídos ante los nazis y la represión franquista. Aunque Luburic es solo un ejemplo llamativo, eso sí, que ha llegado a nosotros gracias al libro de Bayarri. Pero ¿cuántos otros monumentos franquistas quedan pendientes todavía en España? Evitar que cementerios como el de Carcaixent se conviertan en santuarios de peregrinación fascista depende un poco de todos nosotros. También de Francesc Bayarri, quién considero que podía haber hecho un poquito más en ese sentido.

  1. Falta de conclusión
Otro de los aspectos que me merecen especial atención de Cita en Sarajevo es la falta de conclusión o de resolución del caso. A favor de Bayarri quiero destacar el enorme ejercicio de honestidad y de coherencia que realiza dejando todos datos al servicio del lector para que sea él el que saque sus propias conclusiones. En ese sentido aplaudo su ecuanimidad, ya que cualquier otro podría haberse aventurado a un capítulo final que resolviese todo el misterio y que atase todos los cabos sueltos habidos y por haber. Al final el lector no sabe dónde está la verdad, si Stanic fue un agente al servicio de Tito, si fue un peón en la lucha hegemónica entre Pavelic y Luburic o si fue un crimen de aquellos llamados “pasionales”, surgido al ardor de una discusión entre dos personas.

Pero detecto en la reflexión final cierto conformismo por parte de Bayarri. Él ya está contento con su investigación. Ha conseguido localizar a Ilija Stanic después de 34 años. Lo ha entrevistado…pero precisamente por esa naturaleza inconformista que se le atribuye al periodista me hubiese faltado una verdad, aunque sea su verdad, la del autor. Porqué después de tres años de dedicación estoy convencido que Francesc Bayarri tiene una ligera idea de la auténtica naturaleza del crimen sucedido en 1969. Y no considero ninguna osadía que el periodista tras realizar una investigación tan exhaustiva se aventure a establecer una hipótesis medianamente plausible. No basta con decir esto es inexacto o es probable que Stanic adorne su verdad.   

  1. Proceso formal
Y enlazo justo en este punto con el proceso formal, la forma en la que está construida la historia. Porqué desde el punto de vista de la trama hay que reconocer que a cada capítulo la intuición del lector va cambiando. Página a página siente que ya tiene la verdad del caso, y basta avanzar un capítulo para sentir de nuevo la misma sensación pero ante un panorama completamente adverso. Aunque eso no quita que viendo como avanza la historia en el año 69 y cómo en 2003 uno perciba cierta sensación de rompecabezas, de puzzle montado para dar un sentido que originalmente no tenía, sin una hilazón natural. Así, tal como están planteadas, hipótesis a hipótesis, las tres posibilidades cobran fuerza y sentido. Stanic bien puede ser un agente secreto de Tito. Aunque también puede ser un nacionalista croata que traiciona a Luburic tras deshonrar éste la memoria de su padre. Y finalmente también puede llegar a ser que Stanic sea simplemente un ser humano que en un momento dado perdió la cabeza en una discusión y acabó asesinando al militar croata. Y eso es un gran mérito del autor, ya que ha sabido construir ese hilo narrativo, ese relato de hechos periodísticos. Pero esa sería la única alabanza que puedo hacerle al libro de Bayarri desde el punto de vista formal.

Abrimos el libro y nos encontramos en un vuelo camino de Sarajevo en agosto de 2003, y aunque el autor intenta introducir algunos flashbacks para ubicar al lector no acaba de quedar clara la motivación del libro, de la investigación. Es como si diese por hecho que todo el mundo conoce la historia de Maks Luburic y su presunto asesino a sueldo de Tito. Y posiblemente sea así en la huerta valenciana de los años sesenta, y en los setenta. Pero enfrentarte a esa historia en el siglo XXI, siendo hijo de la democracia y sin tener ninguna referencia, más allá de la contextualización histórica realizada por el profesor, resulta cuanto menos complicado en un principio.

Ya soy consciente que este libro no se ha realizado para estudiantes de universidad, pero teniendo en cuenta que un libro puede ser leído en cualquier momento desde que se ha publicado, no hubiese estado de más cierta introducción de los hechos. Alguna nota de prensa, algún recorte de diario, un titular. Una especie de prefacio que nos sitúe en el contexto correspondiente. En ese sentido sí que resultó útil la conferencia en la que él explicó dos de las motivaciones principales para llevar a cabo este proyecto. Ambos de índole personal. En primer lugar resolver un enigma periodístico que había vivido durante su niñez, con apenas 9 años quedó fascinado por este caso que, finalmente, quedó sin resolver. Y por otro el ponerse a prueba una última vez, demostrarse que podía llevar a cabo un reportaje de investigación y sentir el periodismo en su esencia más pura, lejos de su trabajo en el departamento de prensa de la Universidad de Valencia. Si toda esta información personal la introduces en el libro a modo de prólogo o como prefacio el resultado final creo que ganaría bastante.

Editorial Montesinos
ISBN:978-84-92616-02-2 
José Antonio Amores